“Mishenijnás Adar marbim besimjá”: Desde que empieza Adar tenemos que aumentar la alegría. Los sentimientos son espontáneos ¿podemos entonces alegrarnos sólo porque tenemos el deber de hacerlo? No. Esto nos enseña que conviven en nosotros permanentemente los sentimientos encontrados: la angustia y la alegría, la tristeza y la felicidad. Como cuando Yaakov estaba por rencontrarse con su hermano Esav: por un lado estaba la alegría del rencuentro, del regreso, y por otro lado el temor y la angustia. El Zohar nos explica (Vaishlaj 48-49):
“Yaakov era el árbol de la vida ¿por qué temía? Esav no podía realmente dominarlo. Es más, también está escrito: ‘Yo estaré contigo y Te protegeré por donde andes’ (Gen. 28:15), ¿por qué tenía miedo? Además está escrito: ‘lo alcanzaron ángeles de Dios’ (Gen. 32:2), y si lo protegían los santos ángeles, ¿por qué temía? Todo esto es cierto, pero Yaakov no quería encomendarse a los milagros de Dios porque no se consideraba digno. A pesar de que la persona sea justa, debe temer y clamar a Dios en su oración, como está escrito (Proverbios 28:14) ‘Bienaventurado el hombre que teme siempre, mientras que quien endurece su corazón caerá en desgracia”